- Lo primero que hay que hacer es separar las yemas de las
claras de los 3 huevos. Una vez hecho esto, mezclamos el azúcar con las yemas y
lo trabajamos hasta que adquiera una consistencia cremosa.
- A continuación añadimos el queso mascarpone y un chorrito
del licor que prefiramos. Yo suelo utilizar licor café, aunque si se quiere
hacer de una forma más âortodoxaâ lo que procede es usar grappa. Con un poquito
de orujo también queda rico, y si no tenemos ninguna de estas tres cosas
podemos recurrir al coñac.
- De nuevo mezclamos todo, y una vez que lo tengamos, en otro
recipiente ponemos las 3 claras de los huevos a punto de nieve. Cuando estén listas, las añadimos con mucho
cuidado a la mezcla anterior, removiendo suavemente para que no se bajen.
- Ya tenemos todo listo para empezar a montar el postre. En un
recipiente rectangular vamos encajando los bizcochos de soletilla intentando
formar una capa lo más compacta posible. Con un pincel, vamos remojando los
bizcochos con el café. Este es uno de los puntos clave de la receta: si los
mojamos demasiado el tiramisú quedará sin consistencia y con un aspecto poco
apetecible. Si nos quedamos cortos quedará muy seco y tampoco resultará
agradable.
- Con los bizcochos ya empapados, repartimos por encima una
capa de la crema, y repetimos estos pasos sucesivamente (como si se tratase de
una lasaña), hasta quedar un poco por debajo de la altura del recipiente.
Finalmente, decoramos la última capa de crema con el cacao en polvo, diseminándolo
por encima con la ayuda de un colador.
- Por último lo guardamos en la nevera, y mi recomendación es
no consumirlo el mismo dÃa, sino mucho mejor al dÃa siguiente.
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